En el momento de escribir esto, mi hijo pequeño tiene 2 años y casi 2 meses.
Y mi hijo mayor tiene 6 años, así que ya nos hemos «chupado» dos ciclos de las temidas rabietas de los 2 años.
Mi objetivo con este artículo no es darte una masterclass de psicología.
Qué va.
Es darte herramientas prácticas que nos han servido a nosotros como padres para lidiar con esta etapa.
¿Los terribles 2 son tan terribles?
Vamos a ello 😉
¡Se me olvidaba! Al final del artículo te pongo 3 ejemplos de situaciones que suelen ocurrir en diferentes familias. ¿Con cuál te identificas?
Índice
¿Qué hay de cierto en los terribles dos?
Una frase que escucharás mucho en los parques:
Niño pequeño, problema pequeño. Niño grande, problema grande.
Y es tal cual.
Todos te dicen que disfrutes de la etapa de bebés (de 0 a 3 años) porque luego no vuelve, que luego hay problemas mucho mayores bla, bla, bla.
Que sí, que luego vendrán problemas mayores, pero de eso ya se ocupará mi «yo» futuro. Lo que me importa es que AHORA estoy jo**do.
En mi experiencia con mis 2 hijos, los momentos más duros los he vivido de 0 a 2 años.
¿Por qué? Mira, son muchas cosas, pero lo que más me frustraba a mí es que me dejaba la piel criando y solo recibía lloros y quejas.
Poco a poco fui entendiendo que esta conducta, en el 90% de casos (percepción personal), viene por lo siguiente:
«El niño quiere decirte algo que no estás comprendiendo y se frustra. Y tú te cabreas».
Pues eso es. En mi caso, ha sido así con mis 2 hijos. Hasta que no han aprendido a expresar lo que necesitan, todo era un drama.
Pero te lo cuento mejor justo debajo, para que no se me haga largo este apartado 😉
Por qué tu hijo tiene rabietas (parte 1)
Algunos niños a los 2 años saben expresarse bastante bien.
Vamos, no les da para recitar el Quijote, pero se hacen de entender.

Sin embargo, hay otros niños que con 2 años apenas dicen unas pocas palabras.
¡Importante! Esto no quiere decir que tengan un problema. Por si no lo sabes, cada niño tiene un ritmo de maduración diferente. Unos pueden aprender a andar muy pronto y hablar muy tarde, otros hacen tarde ambas cosas… Pero esto no tiene por qué suponer un problema. Que los padres (y abuelos, ejem) enseguida nos ponemos nerviosos cuando el amiguito corre que se las pela y el nuestro sigue con el gateo…
Bueno, volviendo al tema del habla.
Para nosotros, en el caso de nuestros 2 hijos que tienen un alto temperamento (son niños de espíritu libre) hemos visto un cambio abismal en el momento que han empezado a hacerse entender.
Vamos a profundizar un poco más.
Mira, para los bebés o niños pequeños, su medio de comunicación por defecto es el llanto. Es la forma de hacernos ver que algo le pasa pero no sabe cómo decírnoslo para que lo entendamos.
Si tengo hambre, lloro.
Si tengo sueño, lloro.
Si me pica un pie, lloro más fuerte.
Se entiende, ¿no?
Imagina lo frustrante que sería para ti no poder hablar ni gesticular para hacerte entender… Te aseguro que pegarías unos berridos que rietete tú del llanto del bebé (ojo, que el llanto del bebé molesta y mucho, como te contaba aquí).
Pues eso, que no les queda otra que llorar, y si no le entiendes más fuerte para hacértelo saber.
Con esto, ya habrás deducido (o deberías ;D) que estas supuestas rabietas no son más que falta de entendimiento.
Jod*er, es que mi padre está tonto, ya no sé como hacerle ver que me pica el pie y no me lo rasca. Tendré que llorar más fuerte para que me entienda
Pero es cierto que cuando saben expresarse un poco mejor, la cosa cambia.
¿Se acabaron las rabietas?
No amigos/as…
Por qué tu hijo tiene rabietas (parte 2)
Digamos que esto son otro tipo de rabietas. Podríamos llamarlas Rabietas tipo 1.
Pero también están las Rabietas tipo 2. ¿Cuáles son?
Estas rabietas que cuando le has dicho que no puede tomar chocolate se ha tirado al suelo como un loco pataleando (por eso también se les llama pataletas, jeje).

¿Qué está pasando aquí?
En 2 palabras: im-prezionante. Ahora enserio: inmadurez cerebral.
Esto es importante. Te lo destaco:
Nuestra parte racional, la que nos permite gestionar las emociones, tarda años en desarrollarse (dicen estudios que hasta los 3 años los niños no tienen desarrollada la parte racional que les permite frenar ciertos comportamientos impulsivos que van en contra de las normas sociales).
Por eso, no es de extrañar que, cuando algo no sale como ellos quieren que salga, se derrumben. Explosión emocional. No saben gestionar sus emociones.
Los adultos somos los primeros a los que nos cuesta, no vayamos a pensar que estamos muy por delante de los niños…
Como veíamos en este artículo, cuando los niños tienen una rabieta, podemos decir que el cerebro más instintivo ha secuestrado a la (todavía inmadura) parte racional.
¿Entiendes ahora que es una cuestión biológica más que de conducta intencionada?
Expuestos los problemas, vamos a ver qué podemos hacer nosotros.
3 Pasos para ayudarte a superarlas
No es que hayamos inventado la rueda. Que va.
Todo esto son cosas que los psicólogos más actualizados ya conocen y recomiendan.
El problema es que requiere de un trabajo y de una visión a largo plazo.
Reñir y castigar para que hagan lo que quieras es la opción «por defecto», pero trae muchos problemas.
Por eso, aunque sea más costoso durante un tiempo, te recomiendo que te focalices en el largo plazo.
Poco a poco irás viendo cambios.
¡Acompáñame!
PASO 1. Empatía

Cuando un niño está en una rabieta, reñirle y amenazarle no mejorará las cosas.
O bueno, puede que sí lo haga pero de forma temporal. Pero ya hemos visto que a largo plazo no ayuda a que colaboren con nosotros.
Entonces… ¿qué hacemos?
Primero, validar su emoción, decirle que es normal que esté enfadado (enseguida vemos un ejemplo).
Recuerda lo que vimos en el ejemplo 2 de los monstruos: lo que para ti no tiene importancia y lo ves como una chorrada, para ellos puede ser vital. No menosprecies sus necesidades.
Cuando conectas con ellos validando sus emociones, están más propensos a escuchar.
Reducen sus revoluciones y están más preparados para lo que viene después, en el Paso 2.
PASO 2. Firmeza

Aquí es donde muchas familias creo que fallan (por lo que veo en mi entorno).
Y es que se creen que una crianza respetuosa pasa por ceder ante cualquier demanda. Y eso se acaba volviendo en su contra.
¿Por qué?
Si tu hijo/a se acostumbra a que siempre se hace lo que dice, se acaban convirtiendo en personas que no admiten un «no», se creen el ombligo del mundo y solo se rodean de gente a la que pueden manipular.
Esto no es bien (como dice un amigo belga).
Entonces, si por ejemplo crees que ahora mismo no es el momento de sacar todos los juguetes porque vais a cenar, has de ser firme.
Y aquí viene el matiz importante. No firme de cualquier manera. No se trata de ser autoritarios.
Te lo cuento en el Paso 3 😉 .
PASO 3. Cariño
Otro de los grandes olvidados y que lo cambia todo.
De decir las cosas de una forma a decirlas de otra, se va un mundo.
Y esta es otra de las claves de la disciplina positiva. Que combina la amabilidad (o cariño) con la firmeza.
Porque se puede ser firme y amable al mismo tiempo, aunque a veces cueste.
Si pretendemos que nuestros hijos cambien una actitud regañando de malas maneras, ellos detectan que «no son queridos en el grupo». No es algo que puedan controlar, es una reacción instintiva por defecto.
Cuando les riñes de malas maneras pueden llegar a pensar que no les quieres. Y no hay nada peor para un niño (incluso para un adulto) que no sentirse querido. Y dese ese punto se hace difícil que entiendan nuestro mensaje y colaboren.
Bueno, tal vez esto te suena muy abstracto, pero vamos a aterrizarlo con un ejemplo donde veamos los 3 pasos en marcha.
Ejemplo final (con los 3 pasos)
Kike tiene 2 años y medio y está jugando en el salón con sus coches. Ya es hora de cenar y su padre le pide que deje de jugar para ir a la mesa.
– Padre: Kike, a la mesa a cenar, deja ya de jugar con los coches
– Kike sigue absorto con sus coches y no oye nada
Vamos a ver un ejemplo con 3 enfoques de crianza diferente.
– Padre (con tono enfadado): Kike, que no te lo tenga que decir 2 veces. Va, a la mesa a cenar.
– Kike: Espera que este coche tiene que pasar por el tunel.
El padre se levanta, le coge los coches a Kike y los guarda en la caja. Kike se pone a llorar y patalear. El padre se lo lleva a la mesa a cenar, pero la situación se ha convertido en un drama.
– Padre: Kike, ¿ya acabas con los coches? Va porfa, que la cena se enfría.
– Kike: ¡No quiero! Es que este coche tiene que pasar por el tunel y luego tienen que pasar los otros 5.
– Padre: Bueno vale no te enfades, pues cuando acabes te vienes, pero no tardes.
– Padre (con tono firme): Kike, la cena se está enfriando. Ven a la mesa que fría no está buena (explicando las consecuencias y el porqué).
– Kike: Espera que este coche tiene que pasar por el tunel y aún me queda un rato.
El padre se levanta, se acerca a Kike, se agacha para mirarle a los ojos y le dice:
Paso 1. Empatía: ya sé que quieres jugar más rato con tus coches porque llevas un rato montando el túnel…
Paso 2. Firmeza: …pero puedes juegar un poco más cuando acabes de cenar.
Paso 3. Cariño: Ahora tenemos que cenar que se enfría, ¿vale cariño? (Y le da un beso)
¿En qué punto estás tú?
¿Has leído los ejemplos anteriores? ¿Con cuál te identificas más?
Está claro que en tu caso no se ajustará al 100% de cada situación. Pero, si te identificas más por el primer o segundo caso y no te gustan cómo están las cosas en casa, creo que puedo ayudarte.
Para poder integrar definitivamente la Educación Positiva o crianza respetuosa, muchas familias necesitan que alguien con más experiencia les acompañe.
En este sentido, de la persona que más me fío es de Daniel Bezares.
Justamente, Daniel está especializado en darles a los padres las herramientas necesarias para tomar el control de casa, sin gritos, y fomentando la colaboración con los niños.
Reforzando la relación y el vínculo, no rompiéndolo.
Puedes hablar con Daniel o con su equipo para contarles tu caso y ver cómo te pueden ayudar, pero antes te recomiendo que veas un vídeo corto para que lo conozcas:
4 pasos que te darán las claves para que consigas el cambio en casa que tanto deseas.
Solo tienes que pulsar en enlace para acceder a verla y después sabrás cómo continuar:
¡Esto es todo! ¿Qué es lo que más te ha sorprendido? ¡Cuéntamelo en los comentarios!